En lo último que escribí por aquí deje al rock & roll con mal pronóstico. Medio moribundo. Pero como dije entonces, sigue siendo seguramente el género musical que más escucho. Así que un poco por no ser tremendistas, por buscar el equilibrio y por cierto cargo de conciencia tras mi rajada anterior voy a ver si logro dejar aquí el “reverso luminoso” del rock and roll. Aunque la otra mitad de Tonosone me llamó gallina por lo que voy a hacer, vamos a proceder a la realización de maniobras de reanimación con el rock and roll. No puedo dejarlo morir.
Como se trata de demostrar que, aunque con la popularidad muy debilitada, sigue estando vivo, he decidido recurrir exclusivamente a discos y bandas que he estado escuchando en los dos últimos años. Sería trampa ponerme a justificar que el rock and roll sigue vivo hablando de discos que tengan más de 5 o 10 años (aunque alguno va a caer, pero por otras cuestiones). Voy un poco más allá, han de ser propuestas que me hayan resultado “excitantes” y frescas de alguna manera: se trata de reavivar al muerto, no de conservarlo en formol.
Los ortodoxos discutirían la ubicación dentro del género rockandrollero de buena parte de los que van a pasar por aquí. Pero. ¿quién les ha dado a ellos el sello de certificación de la denominación de origen? A veces son más ultras que los puristas del flamenco.
No solo es país para viejos.
En nuestro reverso ya dijimos que los jóvenes no están especialmente conectados con el rock and roll en la actualidad, salvo excepciones. Al menos en España. Y que tampoco predominaban las bandas jóvenes dentro del género. Eso es tan cierto como que en los últimos tiempos han caído en mis manos muy buenos discos a cargo de gente bastante joven y lo que es más sorprendente, o quizá no tanto, con la mirada puesta en los sonidos pretéritos del género. Digo que quizá no resulte tan sorprendente, porque lo mismo a determinados jóvenes les resulta más estimulante mirar hacia sonoridades pasadas con las que no han convivido que a aquello que suena de forma permanente en estos días: el espíritu díscolo de la juventud. En algunos casos además sorprende el amplio conocimiento y dominio musical de los mismos y su versatilidad y pericia instrumental. Es el caso de los hermanos D’addario que forman The Lemon Twigs con tres discos y veintipocos años y de Los Estanques. Los primeros son los causantes de la que es una de mis canciones favoritas de año y Los Estanques son la mejor banda nacional en directo en el circuito independiente, aunque es verdad que se mueven en un territorio intergénero y un rock and roll de amplio espectro.
Y luego está lo otro, lo que antiguamente solía atraer a los jóvenes al género, que es el gamberreo, pribar, chuzarse, la holgazanería, el cachondeo, la diversión y el hacer canciones con tres acordes sin complicarse mucho la vida y con cierto espíritu hooligan. Para todas esas cosas el rock se ha visto adelantado en las últimas décadas por otros estilos. Es verdad que por aquí el rock kalimotxero sigue defendiendo ese territorio con fuerza, aunque cada vez menos, pero nosotros preferimos traeros una recomendación australiana, uno de los países con mejores cosechas rockeras incluso en estos tiempos de bajón. The Chats representan perfectamente ese espacio para los jóvenes que el rock & roll un día perdió.
Las periferias rockeras.
Ha sido el triunvirato anglosajón (lógico por otra parte) el que ha copado la escena rockera desde sus orígenes: EE.UU., Reino Unido y Australia en menor medida. Bueno, en realidad esto es igualmente válido para otros géneros. Rock & roll se ha hecho y se hace en todos lados lo que pasa es que todo lo que se viene de fuera de esos tres países, tiene muchas más dificultad para llegar a nuestros oídos. Es una cuestión que sobre todo tiene que ver con que es la industria anglosajona la que controla el cotarro.
Ya hace unos años que venimos notando que algunos de nuestros discos favoritos del género vienen de países “del extrarradio” rockandrollero. Probablemente tiene que ver con que las influencias que reciben esas bandas en sus lugares de origen no son las del centro urbano del género y a nuestros oídos acaban resultando algo más diferentes y frescas por resultarnos menos habituales. Sería el equivalente a lo que pueda pasar en España por ejemplo con el llamado rock andaluz. Si a eso le añadimos sensibilidades y estéticas diferentes, que siempre son un complemento rockero fundamental, el plato puede resultar más apetitoso. De estos tenemos abundancia, pero como hay que seleccionar vamos con un poco de rock tuareg a cargo de Mdou Moctar. Desde uno de los sitios más insospechados surgió hace ya años uno de los subgéneros que más satisfacciones nos ha proporcionado desde que conocimos a Tinariwen y en el que puede encajar gente como Bombino, o incluso Songoy Blues. Virtuosos guitarristas de corte hendrixiano desde el desierto.
No solo de samba y bossa vive el brasileño. Hay mucho y buen rock and roll por allí, pero no nos llega prácticamente nada. El sincretismo es algo que siempre ha caracterizado a la cultura y la música brasileña, esa capacidad de asimilar influencias y que de ellas surja algo nuevo con personalidad propia siempre se les ha dado muy bien. Dos de las bandas que más nos han flipado en los últimos tiempos y que a partir de la psicodelia han creado su propio sonido son Boogarins y Fumaça Preta. Bastante alucinógenos ambos, los primeros más en la estela pinkfloydiana y los segundos más salvajes y absolutamente pirados como podréis comprobar en el vídeo. Benditos pirados.
Pero vamos, que tampoco es necesario ponerse muy exóticos. Suecia lleva siendo un foco rockandollero de primer nivel desde hace décadas o incluso a veces no hay más que cruzar la frontera y justo en los Pirineos, pero al otro lado, te encuentras con una banda tan buena como los Limiñanas.
Más mujeres.
Ya estuvimos hablando en nuestro certificado de defunción del rock & roll del exceso de machirulismo en determinados ámbitos del género y de la poca presencia femenina históricamente en el mismo. En los últimos tiempos, algunos de nuestros discos favoritos vienen confeccionados total o parcialmente por mujeres y también constatamos por simple observación que la cantidad de bandas completa o parcialmente compuestas por chicas ha aumentado. Bienvenido sea. Otras sensibilidades, otras inquietudes y maneras de expresarse y una reducción de testosterona que seguramente le vienen fenomenal al rock and roll para airearse un poco.
En contra de lo que algunos puedan esperar algunas de esas bandas son realmente salvajes. Os dejamos con nuestras absolutamente idolatradas Otoboke Beaver. Su Itekoma Hits es un de los discos que más nos ha vuelto locos en los últimos años. Por estos lares también tenemos buenas descargas por ejemplo a cargo de las gallegas Bala o de las barcelonesas Sandré. Ojo, la escucha de estos tres temas seguidos provoca catarsis.
Algo más suaves a nivel musical pero con sobrada actitud rockandrollera otras tres bandas estupendas. Rock “made in Costa Oeste” a cargo de La Luz, de sonido clásico pero fresco y divertido por la joven Mattiel y con un punto chulesco por las jovencísimas suecas Shitkid con este “Romance” en el que no parecen, a pesar del nombre, en actitud excesivamente amorosa.
Si paras, estás muerto.
Eso deben pensar los tres protagonistas de nuestro siguiente bloque. La urgencia y el frenetismo siempre estuvieron ligados al rock and roll. Si estás en racha creativa y te salen canciones como si fueses el Andrés Calamaro de sus buenos años (cuantitativamente hablando) para qué parar. A ver si se te va a escapar la inspiración. La Creedence sacó sus siete discos (y vaya siete!) entre el 68 y el 72. De ellos, tres en el 69 y dos en el 70. Y no era una excepción en la época dorada del género.
En esa línea se mueven una de las bandas que más ha dado que hablar los últimos años, los australianos King Gizzard & The Wizard Lizard. Pasará ya a la historia ese 2017 en el que prometieron publicar 5 discos y lo cumplieron. No penséis que se tomaron un descanso después de aquello: gira mundial en 2018, dos discos más en 2019 y uno este 2020 (todavía están a tiempo para otro). A este ritmo es lógico que algún miembro haya abandonado la banda recientemente.
Tampoco deben ser capaces de seguir el ritmo de John Dwyer los miembros de sus (actualmente) Osees, porque los cambios en la formación han sido habituales. Este 2020 ya llevan tres álbumes. Además, por si no fuese ya lo suficientemente complicado seguirles la pista, el bueno de John ya le ha cambiado 6 veces el nombre a la banda. Poniendo fáciles las cosas…
Finalmente nos encontramos a Ty Segall, que comparado con los anteriores va al “lamentable” ritmo de disco por año, pero que si tenemos en cuenta la cantidad de proyectos paralelos y colaboraciones en las que anda metido, pues no debe parar quieto ni un segundo.
Vamos, que si queréis seguirles la pista a los tres, tenéis que dedicar al menos 15 minutos diarios a ver qué andan haciendo. Encima lo más sangrante es que estos tipos, a pesar de la cantidad ingente de material que manufacturan, difícilmente sacan disco malo. Algunos están más inspirados que otros, es cierto, pero de suspenso ninguno.
Tremendo Garaje, rebuscando en las alcantarillas.
En las alcantarillas y catacumbas del rock, ajenas a lo que se escucha o deja de escuchar por el público o a lo que se pueda oír en sitios como Radio 3, existe una escena underground formada por cientos de miles de bandas en todo el mundo a las que les importa una mierda vender decenas de miles de discos o hacer conciertos para miles de persona. Probablemente porque en su caso la música es una necesitad vital y no comercial o alimenticia. Bandas que practican subgéneros rockandroleros marginales, molestos, sucios y peligrosos: quizá aquello que el rock and roll nunca debió dejar de ser. Gloria bendita en estos tiempos.
Afortunadamente existe en España una publicación musical que refleja como nadie esa escena y que son expertos en revolver en la basura y sacar lo más punzante, mugriento y muchas veces divertido que te puedas encontrar. Son Tremendo Garaje y os animamos a seguir su Facebook. Se han convertido en los últimos años en nuestro suministrador oficial de sonidos de las alcantarillas rockeras, nuestro delaer del underground.
Podríamos dejaros con decenas de bandas descubiertas en los post de Tremendo Garaje (de algunas ya hemos hablado antes) pero vamos con un poco de post-punk sevillano a cargo de Asociación de Vecinos y una dosis de rock and roll garagero borracho y ponzoñoso desde la idílica Nueva Zelanda de manos de los gamberros The Cavemen.
Las sorpresas del pasado.
No soy de los que piensan que todo lo bueno en el rock and roll ya está hecho, como los oyentes de bien de Rock FM. Más bien lo contrario. Tampoco de los que creen que todo lo anterior ya esta oído y por lo tanto para qué mirar demasiado atrás porque huele a rancio. Sigo disfrutando de discos de sobra conocidos de décadas pasadas y sobre todo me sigo encontrando con maravillas pretéritas que nunca me había puesto a escuchar o de las que ni siquiera había oído a hablar. Y las que quedan. Así que aún te pueden pasar cosas como un día te encuentres con un grupo del 66 como The Monks y lo flipes. O alguien recomienda en su Facebook un discazo de corte más clásico pero de da gusto escuchar de un secundario como Jim Capaldi. O no mirando tan atrás un día te enteraras que vienen a tu ciudad unos clásicos del revival del garage ochentero como son The Cynics y se marcan un bolo brutal.
Subgéneros minoritarios.
La idea de rock and roll que todos tenemos en la cabeza responde al patrón más clásico del género de las décadas de los 60 y 70. Se sigue haciendo hoy y sigue sonando igual que entonces. El paradigma Rock FM, para que nos entendamos. No lleva en su ADN, salvo excepciones, la voluntad de ir un poco más allá musicalmente hablando. Probablemente porque tampoco lo pretende y a lo mejor ni siquiera tiene mucho sentido que lo haga. Nadie espera un disco experimental ni excesivamente audaz de Bruce Springsteen o de los Foo Fighters. Ni ellos tienen ganas ni voluntad de hacerlo (quizá tampoco capacidad).
Hay algunos subgéneros cuya voluntad desde el principio fue expandir los encorsetados y limitados parámetros del rock: el progresivo, la psicodelia, el kraut, el postrock, etc. Sigue habiendo en la actualidad bandas que los practican y que están emperradas, aunque es complicado, en no repetirse ni repetir lo ya mascado. Bandas que por supuesto están muy alejadas de los circuitos comerciales e incluso bastante de lo que se llama música independiente.
Entre la psicodelia, el kraut y el postrock se mueven los norteamericanos Cave. Canciones largas, instrumentales con desarrollos, atmósferas, fluctuaciones, in crescendos y todas esas cosas que hacen flipar a unos pocos pero que no interesan a casi nadie. Y encima no cantan. Más allá todavía, cerca de los límites del rock and roll si los hubiere, está el proyecto de Marc Ribot & The Ceramic Dog. Guitarrista favoritísimo de un servidor y protagonista de gran parte de la discografía culmen de Tom Waits (con eso ya te puedes retirar), inquieto y con múltiples proyectos y colaboraciones en terrenos más convencionales y melódicos (como sus Cubanos Postizos). Pero en los Ceramic Dogs la voluntad de saltarse lo convencional es evidente: rock hecho a la forma del jazz.
Otra manera de ver el asunto es pensar que una vía para salirse de lo convencional es romper la pobreza instrumental del género (bajo, batería y guitarra principalmente) y buscar sonar “diferente” utilizando instrumentos poco convencionales y escasamente usados en el género. Eso debieron pensar los miembros de L’exotighost, cogieron el theremin y la marimba (entro otros), miraron hacia un subgénero marginal y olvidado como la “exótica” lo acompañaron de una puesta en escena retrofuturista y el resultado gustará más a o menos, pero resulta fresco, original y no visto. También de territorio nacional es uno de los disco que más nos están haciendo disfrutar este año: psicodelia de aires sesenteros, aunque ellos lo llaman “cosmic rock”, a cargo de los barceloneses Magick Brother & Mystic Sister.
El placer de comer un buen cocido.
Llevo comiendo cocido desde que recuerdo. Primero lo hacía mi madre, ahora lo hago yo. En su día no me entusiasmaba especialmente, hoy es de las comidas que más disfruto por muchas veces que lo haya hecho ya. Eso sí, tiene que estar bien hecho, con mimo y por alguien que sepa y que disfrute elaborándolo. Unos garbanzos no sirven.
Pues lo mismo me pasa con algunos discos y bandas, que los disfruto por mucho que suenen a cosas ya hechas. No es un problema que de que ya lo haya comido muchas veces, sino de que esté bien hecho de verdad.
Así que ahora va un menú de platos tan conocidos como ricos. Comida casera de calidad hecha con cariño y con el toque personal que siempre le aporta cada cocinero a la receta. Sonidos clásicos en distintas vertientes a cargo de The Nude Party, Mapache y Sheer Mag. Y puros 90’s a cargo dela gran Jeff Rosenstock.
Jugueteando con otros géneros.
A estas alturas no es necesario que venga a explicar las múltiples mezclas del rock and roll con otros estilos. Algunas de hecho ya han ido apareciendo en párrafos anteriores. Tampoco voy a esconder que se trata de una mis debilidades: huelo a buena mezcla y me tiro como un perro a por la pelota. Así que vamos a terminar con algunas propuestas que están en los límites del genero, o en las que al menos hay tanto de rock como de otras cosas. El que no considere que esto es rock and roll se puede ahorrar el final del artículo (bueno, seguramente ya haya desconectado antes). Ración de surf y exótica selvática al encuentro del folclore andaluz en el proyecto paralelo de Perico de Dios de los Guadalupe Plata (Pelomono). Desde Almería vienen Compro Oro los que han sido para mi probablemente la gran sorpresa nacional en el último año en la que Los Chichos se encuentran con The Talking Heads o Joy Division. Ya sabemos que suena casi imposible, pero si me creéis, no tenéis más que escucharlos. Mohama Saz se embarcaron ya hace unos años en buscar los lugares de encuentro entre las músicas de las orillas del mediterráneo y los guitarreos rockeros. En muchos casos más cerca de lo primero que de lo segundo. Por último, desde Australia los que han sido mi banda del verano, Bananagun:africanismos y tropicalimos veteados entre rock garagero.
Jose Luis Santiago.
Leer «El rock & roll está muerto».