FICHA TONOSÓNICA.
- Año: 1994.
- Orden en su discografía: 4º de 4.
- Duración: 16 canciones, 49’21”.
- Género: al menos una docena.
- Créditos: Manu Chao, voz principal y guitarra/ Antoine Chao: Trompeta y voz/ Santiago Casariego: Batería y voz/ Philippe Teboul: Percusión y voz /Daniel Jamet: Guitarra y voz/ Olivier Dahan: Bajo y voz/ Thomas Darnal: Teclados y voz/ Pierre «Krøpöl» Gauthé: Trombón y voz y otro montón de gente haciendo colaboraciones vocales y a la composición, especialmente Fidel Nadal.
- Productor: Mano Negra/ Manu Chao.
- Canción más favorita hoy: 11.Love and hate.
- Canción menos favorita hoy: 13.Hamburguer fields.
- Canción que represente lo que es el disco: 1. Viva Zapata.
- Canción más inesperada: 9. El alakran (la mar está podrida).
- Detalles que me flipan: el bajo + teclado de Love and Hate (obsesión), la línea de bajo y la letra de Sr. Matanza, los bongos de Super Changó, el momento “radiofónico” de Carlos Nicaragua en El Alakran, el trozito “rumbero” en castellano de Love and Hate.
- Frases o datos para tirarte el rollo cuando hables sobre el disco:
- El disco se mezcló en Nápoles y el caos de esa ciudad se refleja en su sonido (eso nadie se lo espera y te sitúa automáticamente en posición de fuerza para el resto de comentarios).
- Se acabó y se publicó cuando la banda ya llevaba tiempo disuelta (datito curioso por poco habitual).
- El disco es un collage de estilos, voces, sonidos y ruiditos (marca bien la palabra collage, es la clave. Si quieres ser extraordinariamente fino pronuncialá en francés. Si no quieres resultar tan pedante puedes usar la palabra “amalgama”… Bueno, también suena pedante).
- Es el disco que todas las banditas de mestizaje hubiesen querido hacer pero ninguna se les ha acercado (con “tonito” de minusvaloración al pronunciar “banditas de mestizaje”).
- Los que molaban de de verdad eran Mano Negra y no los discos de Manu Chao en solitario (si la dices asegurate de que no se descubra que el disco prácticamente lo acabó en solitario Manu y con protagonismo del alguien que ni siquiera estaba en la banda).
- Cosas que te podrían gustar también y que el algortimo de Spotify quizá no te sugiera:
- Le Bruit et l’odeur de Zebda.
- Vasos Vacíos de Los Fabulosos Cadillacs.
- Cybertropic Chilango Power de Los de Abajo.
- Maldita Vecindad.
Ya que inauguramos esta nueva sección de “Discos perfectos” bien vale que os digamos qué es lo que consideramos como tal. No es que esté muy claro ni siquiera para nosotros pero sí sabemos que no todos nuestros álbumes favoritos encajan aquí. Un disco perfecto podría ser algo así como lo siguiente: discos buenísimos, a los que no les sobra ni les falta nada y que son el reflejo de una banda o de un músico en estado de gracia creativo. Evidentemente habrá a quien no se lo parezcan, siempre hay una parte subjetiva en esto, pero es que claro, habrá gente hasta para la que un álbum de Melendi pueda ser un disco perfecto.
Casa Babylon tardó años en parecerme un discazo. Recuerdo que las primeras veces hacía una escucha bastante selectiva. Algunas canciones me encantaban y las ponía mucho y otras a veces las dejaba y otras las saltaba (ventajas o desventajas del CD). Mis oídos aún no estaban preparados para las partes más “latinas” y mi afición por el reggae y el dub, muy presente a lo largo de todo el disco, me vino algún tiempo después. Me gustaba, pero me parecía un álbum un tanto caótico y desigual. Años después me di cuenta de que ese aparente caos es su propia razón de ser y lo que lo ha convertido en una obra de referencia.
Si os gusta un termino más “arty” para definirlo, también podéis usar la palabra “collage”: múltiples capas de sonidos y estilos superpuestos o yuxtapuestas, varias lenguas, multitud de voces y soniditos pregrabados y lanzados casi a modo de samples, de tal forma que el disco acaba siendo una especie de Torre de Babel.
Suponemos que todos los discos son un reflejo del momento en el que los músicos y las bandas los conciben y en el caso del Casa Babylon el asunto es especialmente evidente: tres años previos de frenéticos y caóticos proyectos y viajes. Las canciones fueron grabadas en ese periodo en varias ciudades de Latinoamérica, EE.UU. y Europa de forma dispersa y discontínua mientras la banda realizaba dos “odiseicas” giras. La primera de ellas en un barco carguero junto con una compañía de teatro recorriendo algunos puertos de todo el mundo y una segunda, aún más loca, en la que alquilaron (o compraron) un tren para ponerlo en una vía que llevaba años sin circulación y con el que recorrieron la Colombia rural en la época de las Farc. Casi nada. Evidentemente esto hizo mella y bastantes fueron los que acabaron abandonando la banda en ese proceso hasta tal punto que una de las personas más importantes en el disco y con más relevancia en el resultado final ni siquiera era miembro del grupo: el cantante argentino de Todos Tus Muertos, Fidel Nadal.
Después del progresivo goteo de bajas en la banda, la finalización y mezcla del disco fue ya una cosa casi exclusiva de Manu Chao. ¿En qué ciudad Europea se puede engendrar un disco tan aparentemente “caótico”? Premio, Nápoles y por eso la presencia nada casual de ese tema llamado Santa Maradona. Allí lo terminó Manu en un momento en que la banda ya llevaba de facto disuelta algún tiempo.
Hay dos cosas realmente sorprendentes: que el disco saliese adelante después de todo lo que os hemos contado de manera muy muy resumida y la segunda es que encima saliese algo tan acojonante. Quizá la certeza de que era el epitafio de la banda fuera una liberación para atreverse a hacer lo que les dio la gana (o lo que le dio la gana a Manu Chao), con una libertad que de otra manera no hubiesen sentido: “aquí tenéis, nosotros nos despedimos, este es nuestro legado, a ver si algún día sois capaces de superarlo”.
No hay nada estable en los 16 temas de Casa Babylon, no hay plataformas ni asideros a los que agarrarse. No hay una continuidad sonora. Cuando te encuentras medianamente cómodo en una canción te hace un quiebro en la siguiente y venga, a situarte de nuevo para volver a esquivarte a renglón seguido. Cuando vienes de la euforia de Santa Maradona bajas revoluciones con el ritmo trotón y el tono calmado de Super Changó, para recibir seguidamente el disparo “ragga-punk” de Bala Perdida, pasar de repente a meterte el sedante dub de Machine Gun y acabar en la charanga folclórico-infantil de El Alkran. Así no hay manera de saber a qué atenerse (qué maravilla).
Tampoco hay que equivocarse, aunque es un disco arriesgado en algunas cosas, tiene verdaderos pelotazos comerciales: The Monkey, Hamburguer Fields y sobre todo La Vida y Señor Matanza (vaya temarral!) fueron relativos éxitos comerciales en su día. Señor Matanza de hecho fue número uno de los 40 el 13 de agosto de 1994. Otros tiempos.
La influencia jamaicana en el disco es más que evidente: lineas de bajo gruesas, reggae, ragga y dub en importantes cantidades. Todo pinta que en ello tuvo muchísimo que ver Fidel Nadal, el cantante de los argentinos Todos tus Muertos con el que Manu estableció amistad en la gira colombiana del tren. Pero no solo es eso, no nos olvidemos del propio nombre del disco y el significado simbólico de la palabra Babilonia dentro de la cultura rastafari como representación de la vida alieneante de la sociedad moderna capitalista. Además la construcción sonora del disco parece la representación de un Sound System callejero que dispara sonidos de todo tipo que se entremezclan con el bullicio y las voces de la calle. Es probable que a algunos de los seguidores previos de Mano Negra no les gustase demasiado tanto “jamaicanismo” y echasen de menos la faceta más punk y más directa de sus anteriores trabajos.
Habrá quien diga, no sin parte de razón, que hay un bajón en las dos últimas canciones que le quita redondez y brillantez al disco. No lo vemos así. Es evidente que hay una desaceleración y cierta oscuridad temática y musical tanto en Sueño de solentiname como en el collage de voces finales de This is my World sobre un fondo musical con aires de barraca de circo freak. “Este es mi mundo”, repite de fondo en inglés la voz de Manu Chao como en una especie de letanía de mal augurio de los tiempos presentes y futuros cuando cerraron su último disco y su carrera como banda. Ese era su mundo, pero no era el mundo que ellos querían.
Jose Luis Santiago.