Fernando Fernández @mr_nandonandez
Decía Llewyn Davis en la película de los Coen que llevaba su nombre en el título que “si no es nueva y nunca envejece, entonces es una canción folk”, y no le faltaba razón, porque lo que llamamos folk, aunque no resulta fácil de definir, podría decirse que es la forma en la que los músicos han ido tomando a lo largo de las últimas décadas las músicas populares tradicionales anteriores a ellos para revisitarlas, reformularlas y reivindicarlas. Por eso lo que afirma el antihéroe musical que Joel y Ethan Coen retratan en esa peli me parece tremendamente acertado, el folk siempre ha estado ahí y siempre estará, pero seguramente, salvo contadas excepciones, nunca estará de moda. No obstante, es igualmente cierto que en los últimos tiempos se observa una tendencia en España, y en todo el mundo, a que músicos y bandas -jóvenes y no tan jóvenes- que habitualmente se mueven en sonidos de influencia anglosajona miren hacia otras tradiciones musicales más cercanas geográfica y culturalmente.
Aquí he querido hacer una selección pequeña, limitada al ámbito español, pero al mismo tiempo variada en la que se puedan encontrar diferentes estilos y referencias. Esta lista es fruto de los gustos (y el conocimiento) estrictamente personales por lo que es muy posible que me haya dejado fantásticas canciones fuera de esta selección porque no hayan llegado a mis oídos o porque no me hayan gustado o sorprendido tanto como las que he recogido aquí, solo espero que os guste y si ya os anima a escuchar y seguir a estos artistas el objetivo de este post estará más que cumplido.
He colocado el primero al más veterano de todos, el gallego Víctor Coyote. La trayectoria de este cantante, compositor, multiinstrumentista, ilustrador, diseñador, investigador, novelista, locutor radiofónico… es tan amplia y diversa como su currículum. Él fue uno de los primeros en introducir los ritmos latinos en el sonido pop-rock que reinaba en los 80 de la Movida, pasando después por el psychobilly o el punk con toques industriales, entre otras cosas. En su penúltima reencarnación Víctor Aparicio Abundancia, nombre real de este tudense de pro, nos encontramos con el magnífico e injustamente poco conocido “De Pueblo y de Río”, un disco en el que recoge y versiona con infinita elegancia canciones del folclore popular de muy distintas procedencias, un interés que ya se ponía de manifiesto en su tristemente extinto y recomendabilísimo podcast “La lógica de los ópticos”, en el que se ponía de manifiesto su amplio conocimiento, curiosidad y buen gusto (aún se pueden encontrar algunos programas de su etapa en Radio Gladys Palmera (https://gladyspalmera.com/historico-de-programas/victor-coyote-la-logica-de-los-opticos/). Una de las que más nos gusta es esta “Verbenita”, proveniente de Bolivia, y acompañado por dos musicazos como Ricardo González y Pablo Novoa.
Lucas 15 es el proyecto que sacaron a la luz Nacho Vegas y Xel Pereda en 2008 con la intención de recuperar canciones del acervo popular asturiano cruzándolas con instrumentaciones y sonidos cercanos al folk rock o el country americano. Vegas tiene a sus espaldas una sólida trayectoria como solista, en la que también explora diversas formas de folclore popular, o miembro de Manta Ray y Pereda forma parte de uno de los nombres fundamentales del folk español, Llan de Cubel. En el cruce de ambas trayectorias podría situarse Lucas 15. El proyecto toma su nombre el pasaje de los evangelios que recoge la parábola del Hijo Pródigo, algo que, en las propias palabras de Pereda, simbolizaba el regreso a la música de sus orígenes tras los años locos perdidos del rock. Hasta hoy Lucas 15 se reduce nada más y nada menos que a un fabuloso disco y un puñado de actuaciones en directo pero es un proyecto no cerrado y aún conservamos la esperanza en que en un futuro no muy lejano sea retomado. Mientras tanto os dejamos con esta preciosa nana interpretada por Xel Pereda.
El catalán Daniel Magallón, tras cerrar sus etapas en grupos indies como Joder Around y Silvia Coral y los Arrecifes, tomó el nombre de Flamaradas para su siguiente etapa artística. En este nuevo proyecto se cruzan sonidos propios de los cantautores de los setenta, el folclore y elementos propios de la psicodelia o el post rock. En su forma de cantar se encuentran trazas al mismo tiempo de Paco Ibáñez, Nick Cave o el “jotismo” de Labordeta.
https://www.youtube.com/watch?v=t1f8JFfLzJk
El segundo álbum de Flamaradas cuenta con la colaboración en los coros de las Llamitas, alias de Eli Lloveras y Lorena Álvarez. Esta última es sin duda otra de las voces más interesantes en este movimiento de recuperación y de intento de reconciliación entre lo nuevo y lo antiguo. En su maqueta La cinta (cuya distribución en formato cassette + walkman se agotó en unos días y merecería un premio por sí misma), su LP Anónimo y su EP Dinamita (editado por Producciones Doradas, sello fundado por Daniel Magallón, junto a Joe Crepúsculo y Daniel Granados) se dan la mano con total naturalidad las melodías de corte más pop con la música coral asturiana o la percusión de pandero y castañuelas, todo ello acompañado por letras sencillas a la vez que conmovedoras que abrazan tanto los temas contemporáneos como aquellos que ya estaban en las canciones que hemos escuchado a nuestras abuelas.
Nos quedamos en Asturias para hablar de Pablo Und Destruktion. En su caso el sonido es más oscuro y como ya indicamos en una fórmula tonosónica hace tiempo, podríamos situarle en el punto medio entre Nacho Vegas, Corcobado y Víctor Manuel. En su caso quizá las huellas del folk son menos evidentes dentro de su rock místico y turbulento, pero en sus discos y conciertos no faltan referencias a la cultura tradicional asturiana en personalísimas interpretaciones de clásicos como “El Pozo María Luisa” o este “A la mar fui por naranjas”, que ya cantaran Víctor Manuel y Ana Belén muchos años antes y, por cierto, bastante peor.
Las tres siguientes bandas que traigo a la lista más que mirar a sus raíces, lo hacen hacia el folclore hispanoamericano. Así consiguen temas en los que se entreveran el pop y el rock de corte más o menos clásico con zambas, cumbias chacareras, etc. Lo mismo puede decirse de las instrumentaciones, en las que caben tanto guitarras eléctricas, teclados y saxos como charangos o cajones.
Los primeros son los ovetenses Alberto & García que sin hacer mucho ruido han publicado en 2018 su tercer disco y poco a poco van obteniendo el reconocimiento de la prensa y el público. Casi todo lo dicho sobre Alberto & García sirve para Club del Río, cuyo último álbum Sustancia contiene una de las mejores canciones que he escuchado en 2018, “Remedios”. El último de este trío tiene un punto más experimental e incluso diría que clandestino. Se trata de Las Buenas Noches, una banda germinada en Sevilla pero cuyos miembros están repartidos por diversas partes de la geografía española. También tienen tres discos y sus referencias musicales son similares a los anteriores pero su propuesta es más escurridiza. Sus letras se encuadrarían en una suerte de surrealismo mágico y ácido -en todos los sentidos- que casa perfectamente con la propuesta gráfica de sus álbumes cuyo responsable es el ilustrador Miguel Brieva, uno de los componentes del grupo. Además cabe señalar que el grupo está totalmente comprometido con la creación abierta y todos sus trabajos se encuentran en descarga libre bajo licencia Creative Commons en su web (lasbuenasnoches.com), una filosofía que comparten con otra banda sevillana abanderada del surrealismo lisérgico y crítico, Pony Bravo, y cuyo cantante Daniel Alonso es hermano de Rubén, el vocalista de Las Buenas Noches. Es una verdadera lástima que una propuesta tan estimulante deje pasar tanto entre un disco y otro y se prodigue tan escasamente en directo.
El grueso de la obra de Antonio Luque, alias Sr Chinarro, podría encuadrarse dentro de una categoría que podríamos definir de manera un pelín pedante como “pop de autor”, pero entre todo su enorme arsenal de canciones encontramos un puñado de fantásticos temas en los que se anima con sonidos propios del folclore andaluz, el pasodoble o el flamenco. Un claro ejemplo lo hallamos en esta suerte de jota popera con palmas flamencas tan luminosamente pesimista que es “Del montón”.
Por un lado totalmente diferente agarra la tradición popular el cantante y guitarrista Pájaro. Tras tres décadas tocando la guitarra junto a Pata Negra, Kiko Veneno, No Me Pises Que Llevo Chanclas o su adorado Silvio Fernández en 2012 estrenó carrera en solitario, que ya consta de tres discazos, en los que se funden el rock’n’roll más clásico, el surf rock, el universo sonoro que construyera Ennio Morricone para el spagghetti western y los vientos propios de la Semana Santa Sevillana en lo que el muy acertadamente definió tras la publicación de Santa Leone como “rock cofrade”.
El gerundense José Domingo es otro ejemplo de músico que tras pasar por el indie más o menos convencional ha comenzado a explorar otros caminos. En su caso después de pasar por el grupo Psichoine inició una carrera en solitario en la que están muy presentes el rock psicodélico y el folclore mediterráneo. Investigando un poco para este artículo me he enterado de que Pep Laguarda es tío de José Domingo. Laguarda fue un cantautor valenciano pionero en mezclar esos tres sonidos y escuchando su disco de 1977 Brossa d’ahir es fácil encontrar el rastro recogido más de tres décadas después por su sobrino en discos como los fantásticos Almería o Vertical, añadiéndoles éste también aires flamencos o de bolero en algunos temas. Esta relación familiar no es la única sorpresa agradable que me he encontrado, ya que también he dado con un disco conjunto -desconocido para mí hasta este momento- de Isaac Ulam y el propio José Domingo llamado Temple d’aigua i llum que es un interesante proyecto de recuperación del folclore popular mediterráneo con jotas, habaneras o cantos de trabajo. Este proyecto nos ha recordado un poco a Manel, grupo catalán que también se acercó desde el pop a esos sonidos tradicionales, sobre todo en sus dos primeros álbumes.
De todos los grupos aquí recogidos Faneka es el último que ha llegado a mis oídos, gracias a los créditos del último disco de los anteriormente mencionados Club del Río. Faneka son una banda íntegramente femenina con un sonido muy particular en el que el se dan cita música balcánica, música de cámara, americana, swing, etc. con unas armonías vocales e instrumentaciones que sugieren unos ambientes oníricos y surrealistas que en algún momento me recuerdan un poco a Las Buenas Noches. Después de varias escuchas solo puedo concluir que caben muchas cosas en apenas un disco (financiado mediante crowdfunding) y un EP y que sin duda habrá que seguirles la pista.
Termino este repaso con Los Hermanos Cubero, dúo de alcarreños afincado en Barcelona que de manera absolutamente imprevisible han colocado la jota y la seguidilla en los festivales más cool del país. Quique y Roberto Cubero tienen una propuesta musical y estética que es un claro guiño a la producción discográfica española de folclore en los años 60 y 70 pero con una identidad muy personal en cuanto a sus letras actuales y socarronas en muchos casos y un sonido muy refinado, construido casi exclusivamente a partir de guitarra, mandolina y voz. Mención aparte merece su último LP Quique dibuja la tristeza, uno de los discos más emotivos y desgarradores que haya escuchado nunca. Esta obra surge del dolor del propio Quique Cubero por la pérdida de su mujer Olga y solo se puede entender su nivel de intensidad escuchándolo. Grabado en directo en una bodega vallisoletana se permiten añadir violín, viola y contrabajo a sus dos instrumentos y en las canciones se cuelan, acompañando a su sonido habitual, referencias más evidentes al bluegrass o el country. En suma, es un disco con una profundidad, elegancia y sentimiento pocas veces vista. IMPRESCINDIBLE, en definitiva.