Una historia (inacabada) de decepciones musicales.
*Antes de empezar quiero aclarar que el título de este artículo se lo he robado a la webserie protagonizada por Antonio Castelo, que fue reportero molón de CQC, luego dejó de molar y ahora parece que mola de nuevo.
En algunos casos ya lo intuíamos, se veía venir. En otros te pillaba por sorpresa cuando ponías el nuevo disco de alguna banda que te gustaba y te llevabas un buen palo al comprobar que eso que sonaba no era lo que te había enganchado de ellos: “¿¿¡Pero qué mierda ha hecho esta gente!??”. Es la inabarcable historia de las decepciones musicales.
Todo buen aficionado a la música cuenta en su historial con un puñado de bandas que en algún momento de su carrera, pasaron de ser favoritas a olvidadas, denostadas o incluso odiadas. Cuanto más seguidor fueses en su día, mayor era la decepción. Y era inevitable plantearse las razones de esos cambios más o menos repentinos. Creo que podemos dejarlas en tres principales, que se pueden dar incluso de forma combinada:
– Se vendieron a lo comercial (¡qué mítica demostración de condescendencia!).
– Perdieron la inspiración.
– Cambiaron de estilo de forma más o menos radical.
Que tire la primera piedra quien no haya acusado a algún músico o banda de “venderse a lo comercial”, o hacerse mainstream como dicen ahora los modernos. En su día era una cosa que encendía grandes discusiones entre colegas, hoy en día tengo que decir que hasta lo entiendo. El dinero tira mucho y si un grupo decide en un momento dado que quiere ganar más dinero con su música a través de un viaje a un sonido más comercial, pues oye, adelante. En el otro lado del camino le esperarán hordas de nuevos fans y groupies que compensarán con creces a los que nos vamos a perder con el cambio de dirección. El cariño que recibirán en su nuevo estatus compensará con creces las rajadas de sus originales, pero también antiguos y amargados seguidores en la barra de un bar cualquiera mientras dan cuenta de sus respectivos bebercios.
El segundo motivo parece más normal. A muchos grupos se les acaba la inspiración en el segundo disco (o incluso en el primero). Suele haber grandes decepciones después de deslumbrar con un primer lanzamiento y generar tantas expectativas que se produce un desinflado inmediato con el segundo álbum. Otros aguantan algún tiempo más, pero acaban cayendo en la repetición y pierden su gracia.
También es comprensible la tercera de las razones citadas: giro más o menos radical de estilo con una intención determinada (comercial en algún caso), o simplemente porque el grupo evoluciona en sus gustos y quiere realmente ofrecer otro sonido. Eso sí, corren el riesgo de que se les vaya la olla y lo que hagan ni sea bueno ni sea reconocible.
Pero vamos con los casos concretos, que es lo que estáis deseando. Como sé que este es un tema sensible aclaro de antemano que son mis decepciones. Podéis objetar libremente todo lo que que queráis. He tenido debates tan acalorados con este tema que El Chiringuito de Pedrerol es una reunión de monjes cartujos con aquellas broncas. Evidentemente para que sean decepciones -por seguir aclarando- en algún momento tuvieron que gustarme bastante, si no, no hay bajón posible. Es posible que lo que viene a continuación hiera sensibilidades, e incluso ofenda a algún lector pero… ¡qué demonios, no he venido a Internet a hacer amigos!
1. Red Hot Chili Pepers.
La madre de todas las decepciones. Ya me he olvidado de casi todas, pero esta aún jode. Pero no os preocupéis, estoy bien. La prueba es que ya ni siquiera me molesto en escuchar los nuevos discos la banda porque no espero vuelta atrás. Probablemente aunque quisieran recuperar algo de lo que fue su música (cosa que dudo), tampoco tendrían ya la capacidad de hacerlo. De hecho Flea aplaca sus necesidades artísticas y creativas tocando su bajo en un montón de discos y proyectos de otras bandas y Fruscinate se largó a hacer sus cositas hace un tiempo. Anthony Kiedis estará más preocupado de alisar su cabello, arreglarse el bigote, huir de sus fans enloquecidas (si todavía las tiene) y mirar los números de su cuenta corriente. Soy de los que no lo quise ver en un principio, pero en realidad el “Californication” (que me gustaba mucho en su momento) ya estaba apuntando el tiro de su música hacia lugares más pop. Tres años después llegó el “By The Way” y el bajón irrefrenable. Os prometo que lo intenté (tenía algunos buenos temas) pero no, lo siento. Lo del “Stadium Arcadium” con su horrible título y horrible portada, ya dejaba claro la vía (llenar estadios). Así que adiós. De lo que hay después, ni me preguntéis.
La razón siempre me ha parecido muy clara. En algún momento de su carrera, probablemente guiados por el éxito del “Californication”, pensaron que querían ganar más dinero y que había que ir por esa vía más pop. Y así fue y así muchos nos despedimos de ellos.
Os dejamos con un prueba del algodón escogida de manera completamente intencionada para tener razón, que para eso son mis decepciones. En el Dark Necessities, de su último disco, Anthony se dedica a enseñarnos sus pectorales (cosa que siempre le ha gustado mucho por otra parte) y su incipiente barriguilla, pero resulta un poco ridículo verles moverse como si estuviesen tocando algún tema del “Blood Sugar Sex Magic” en una canción cuyo estribillo podría figurar perfectamente en cualquiera de los discos de Coldplay. Lo único rescatable el bajo de Flea, como siempre. Qué penita, dios! Y para el “antes”, me apetecía poner un tema del marginado «One Hot Minute», en el que seguimos enseñando pectorales, pero no me negaréis que es otra cosa. Algunos de sus nuevos fans huirían despavoridos.
2. Andrés Calamaro.
Calamaro, en solitario o con Los Rodríguez, es responsable de algunas de las páginas más importantes de la historia del rock latino gracias a canciones de indiscutible calidad que además eran capaces de llegar al gran público, pero en algún momento en la frontera entre los siglos XX y XXI perdió el rumbo y no lo ha vuelto a recuperar del todo. Tras su paso por Los Abuelos de la Nada, banda de culto en Argentina, y un breve periodo como solista, Andrés Calamaro aterrizó en España para formar parte de Los Rodríguez, con los que cosechó un éxito descomunal con tan solo tres álbumes de estudio. Después de esto retoma su andadura en solitario con “Alta Suciedad” y, la que para mí es su obra maestra, el doble disco “Honestidad Brutal”.
Cuando poco más de un año después se anunció la publicación de un séxtuple (!!!) álbum con 126 canciones llamado “El Salmón” muchos percibimos el olor del desastre, y no nos equivocábamos. Había un buen puñado de buenas canciones pero quedaban totalmente escondidas en medio de aquella avalancha de mediocridades, ocurrencias y repeticiones que están muy lejos de sus referentes.
Nunca fui un incondicional suyo, pero desde aquel momento directamente observo sus nuevos trabajos con desconfianza. Y aunque de cuando en cuando sorprende con nuevas buenas canciones sinceramente no creo que el genio que firmó los 37 temazos de “Honestidad Brutal” vaya a volver.
Confieso que tampoco ayuda la imagen de personaje desnortado que ha proyectado en sus apariciones públicas más o menos recientes.
3. Dover.
“Venga no me jodas, Dover nunca molaron” me diréis algunos. Y en algún caso seguro que tenéis razón. Pero Dover lo petaron, el “Devil Came To Me” estará en original o grabado en muchas de vuestras estanterías y muchos de vosotros seguro que cantasteis sus canciones a grito pelao. Así que no me vengáis con pamplinas. A los que os parecían una mierda desde el principio, me alegro. Vale, tú escuchas el “Devil Came To Me” ahora y ha envejecido mal, en eso estoy de acuerdo. También estoy de acuerdo con que en los siguientes discos la historia se desinfló mucho y fueron perdiendo seguidores progresivamente. Pero la jugada mágica viene cuando de repente resulta que Dover pasa del rock de guitarrazos al pop electrónico o la música africana con un cambio de estética de aúpa en el grupo y en las propias hermanas Llanos. Fue algo así como “busquemos un nuevo público porque el nuestro ya se fue”. Y puede que hasta tuvieran razón. Ahora andan de nuevo de vuelta a las guitarras con un single que se llama “Too Late”. Pues eso. El antes y el después, se comenta por si mismo. No seáis muy crueles.
4. Julieta Venegas.
Las tres anteriores son más o menos reconocidas y comentadas por mucha gente, pero esta seguro que no os la esperabais. Poca gente sabe que antes de su salto a la fama con el liviano sonido del disco “Sí”, Julieta había publicado un par del álbumes fantásticos (“Aquí” y “Bueninvento”), de lo mejorcito de la historia reciente del rock latino, con sonidos incisivos y afilados, más cercanos al rock y al folk mexicano que a su sonido blandito de ahora. Así que yo, por aquel entonces, estaba casi enamorado de Julieta y me regalan un día el CD de “Sí”, en el que aparece vestida de novia en la portada. “Si quiero” dije, pero duró poco. Lo que tardé en llegar a casa y poner el disco. A partir de la separación, yo me quedé como estaba y ella empezó a triunfar sin parar, siendo capaz de salir en los 40 principales y de recibir buenas críticas de publicaciones más o menos independientes. Así lo cual, empecé a pensar que ella acertó de pleno y que yo estaba equivocado. Hasta que un día, en una entrevista, la escucho decir que tiene una hermana gemela. Resuelto el misterio: la hermana que hizo los dos primeros discos se retiró y continuó la carrera la otra.
Observad el proceso de dulcificación (incluso paulinarubización) no solo musical, sino también estética. De un rollo un poco post-grunge a una cosa con una iconografía puramente pop. Eso sí, le tengo que reconocer que aunque me gustase más en su primera época, sigue conservando el talento para hacer algunas buenas canciones.
5. Massive Attack
La santísima trinidad del trip hop la componían Tricky, Portishead y Massive Attack. Realmente cualquiera de los tres -en incluso el propio género del trip hop- podría ocupar un lugar en este artículo pero el caso más sangrante para mí es el de los autores de “Teardrop”. Podría decirse que los tres primeros discos de esta banda de Bristol son perfectos en su concepción, desarrollo y su ejecución. Con “Mezzanine” quizá tocaron techo y ahí debieron dejarlo, creo yo. De hecho parecía que era su despedida, pero 5 años después publicaron “100th Window”. Ni ese ni el aún peor “Heligoland” no aportaron nada interesante ni novedoso a su carrera, definitivamente habían perdido su mojo.
Es sintomático cuando a pesar de dar una oportunidad al nuevo trabajo de un grupo siempre acabas volviendo a los discos antiguos.
6. The Strokes.
El caso de los Strokes es un poco diferente. El “Is This It” era un buen disco, muy bueno para los que penséis que me quedo corto, pero se podía intuir ya entonces que era un grupo fácilmente desinflable en su siguiente entrega. Y así fue, de esas banda a las que se le acaba la inspiración en el primer disco, como dijimos en la introducción. Probablemente el grupo puede echarle la culpa a la burbuja gigante que crearon los medios en torno a la banda y al disco: “la salvación del rock’n’roll” se podía llegar a leer. El caso es que su segundo álbum ya sonaba a agotado. Un pequeño intento de no hacer exactamente lo mismo, pero aquello ya no tenía ese chispa y esa frescura. El resumen de este pensamiento lo vi en el genial lema de camiseta que llevaba el aún más genial Ignatius Farray: “Me gusta Franz Ferdinand y no tanto los Strokes”.
Algunos diréis tras ver los vídeos que en realidad suenan muy parecidos. Pues exactamente ese es el problema. La cosa deja de resultar fresca e inmediata. Una pregunta antes de dejaros con los vídeos: ¿Alguien me puede decir cuantos discos tienen en este momento los Strokes?.
7. Kiko Veneno.
Lo de Kiko no es tan sencillo. En su caso la inspiración se fue durante una buena temporada: desde el 1995 con el “Está muy bien eso del cariño” hasta el 2010 con “Dice la gente”. En medio, problemas gordos con su discográfica y cuatro discos en solitario con muchos altibajos en los que siempre asomaba alguna buena canción, pero bastante irregulares. Yo estaba ya dispuesto a quedarme con el eterno “Échate un cantecito”, pero aunque sigue siendo insuperable, “Dice la gente” y “Sensación térmica” son grandes discos en los que la vuelta de la inspiración se percibe de manera clara. Así que la música de Kiko, ha vuelto a molar. En este caso os vamos a dejar con una canción de su travesía por el desierto y con una de lo que parece su nueva etapa.
8. Offspring.
Tienes 16 años, estás en la edad en la que la música resulta más excitante y te llega un disco que se llama “Smash” y te sacude la cabeza durante meses. A tí y a todos tus amigos. Todos como locos escuchando el disco juntos siempre que podíamos o solo en tu habitación dando botes como loco. Fueron un fenómeno de masas sin discusión. Si hasta recuerdo a un colega que tenía una cinta de 60’ en la que solo estaba grabada “Self Esteem” y la escuchaba en bucle en su walkman; que hay que estar muy jodido de la cabeza para hacer algo así. También recuerdo flipar con su disco anterior, “Ignition”, aunque tuviese un sonido de menos calidad. Y recuerdo también, estar tres años esperando con ansia su nuevo disco y sentir cierta desilusión al poner el CD original de “Ixnay on the Hombre” en mi radiocassette. Aunque bueno, no era un hundimiento radical y la gira posterior me sirvió para verlos en directo. Y hasta ahí llegue. A partír de entonces empecé a buscar esos sonidos rabiosos en otros discos y otros grupos. De todo lo que sucedió a partir del “Americana” no me preguntéis. Supongo que en este caso hubo un poco de todo: falta de inspiración, viaje hacia lo comercial y una dificultad para mantener una cierta actitud cuando vas haciéndote mayor. Bueno, y que el oyente también envejece, seamos sinceros.
No voy a hacer mucha sangre con las dos canciones. Solo diremos que hay una de las dos que podría sonar en la MTV tranquilamente (en la actual, claro).
En su descargo debemos decir que unos amigos los estuvieron viendo en directo hace poco y cuentan que vuelven a estar en plena forma.
9. Metallica
Eran los reyes indiscutibles del metal a finales de lo 90 y de repente decidieron que querían ser también los reyes del grunge. Y no.
Los cuatro primeros LP’s de Metallica son monumentos del trash metal así de simple. El conocido como “Black Álbum” dulcificó ligeramente su sonido y los acercó algo más al gran público. Pero en ese momento, aconsejados por no sé quién, decidieron cortarse la melena, cambiar el logo, vestirse como Tony Manero y lanzarse a la conquista del postgrunge. Dicho sin paños calientes: cagadón.
Por si eso fuera poco también les dio por grabar “S & M” con la Filarmónica de San Francisco, una horterada megalomaniaca de dimensiones ciclópeas.
Tiempo después trataron de recuperar sus orígenes con intentos como giras tocando el “Master of Puppetts”, pero el mal ya estaba hecho.
@tonosone