De la rumba quinqui y calorra y su relación con la delincuencia y las drogas.
Pocos estilos musicales han tratado en sus canciones las temáticas “delincuenciales” y el asunto de las drogas de una manera tan descarnada y explícita como lo ha hecho la rumba.
La aproximación a la figura del delincuente en el caso del rock generalmente ha sido desde una perspectiva algo romántica, aventurera o “robinhoodiana”. Ese personaje fuera de la ley, pero que cae bien y se deja querer. Y sucede algo parecido con las drogas, tratadas en muchas canciones más como un objeto de diversión y desfase, que como un elemento claramente de destrucción personal.
Sólo se nos ocurre un género musical que trate el asunto de las drogas a cara descubierta, hasta el punto de que se trata de un género monotema: los narcorridos mexicanos. Pero éstos están más centrados en las historias del tráfico y de los traficantes que en la de los consumidores.
Volviendo a la rumba, a finales de los 70 y principios de los 80, sobre todo en la periferia de las grandes ciudades, se creo el caldo de cultivo de la rumba calorra o quinqui, que también tuvo su expresión en películas como “Perros callejeros”, “El vaquilla” o “El pico” entre otras. Ahí surgieron cantantes y grupos que hablaban de una manera clara y cruda de lo que muchos de ellos estaban viviendo en persona o en su entorno cercano. Con un lenguaje directo, alejado de de las metáforas o el lirismo que en muchas ocasiones acompaña la escritura de canciones.
La rumba calorra o quinqui tuvo un mercado de oyentes muy grande durante aquellos años. Se escuchaba y mucho. Las cintas de casette eran su medio de difsión y las gasolineras sus puntos principales de compra. Seguramente no sea la calidad musical (aunque es algo bastante discutible) la principal cualidad de las canciones que vamos a escuchar a continuación, pero despiertan una fascinación especial: entre la sorpresa, la curiosidad antropológica o el asombro. Es el peculiar atractivo de lo calorro y de lo quinqui.
Empecemos con algo un poco más suavecito (en comparación) y con uno de los grandes nombres, Los Chunguitos. Escuchamos en primera persona las reflexiones de un “perro callejero” en compás de tangos. “Que me importa el mañana si no lo veo de llegar, vivo solo y como puedo”.
Si hay un personaje que dice las cosas sin tapujos, ese es Toni El Gitano. Y así, sin paños calientes, sin métaforas que descifrar, nos dice directamente que es un yonki. No sabemos si las canciones de Toni El Gitano eran autobiográficas, pero desde luego parece que hablaba desde el conocimiento cercano de los asuntos que trataba. Según sus propias palabras ha escrito «canciones para que la gente tome conciencia de lo malo que pueden llegar a ser las drogas». Una de las famosas por su aparicion en Torrente fue “Maldita droga”, pero hemos preferido mostraros otra.
Otro de los clásicos de la rumba calorra es El Pelos (nombre muy descriptivo como veréis). Al protagonista de esta canción le han “pillao” y le cuenta al juez su historia de marginalidad y rechazo social. Estamos ante el delicuente “inevitable”, debido a su entorno y al maltrato de la sociedad, pero arrepentido. Mejor que lo diga el propio Pelos: “siempre metido entre prostitutas, entre chorizos y maricones, me he convertido en un bala perdía en este mundo de drogadicciones”.
Probablemente la historia más famosa de la rumba “delincuencial” es «La historia de Juan Castillo» de Los Chichos. Un atraco que acaba mal, alguien que pierde el control, un asesinato y el protagonista que acaba entre rejas, separado de su mujer y sus hijos. Todo un clásico.
Si El Pelos estaba antes pasando por los juzgados, Toni El Gitano, de nuevo, nos lleva directamente al talego para que sintamos compasión por los presos. Sonido flamenco-funk-rock para otro de los temas recurrentes de la rumba calorra: los asuntos carcelarios. De paso Toni le deja un recadito a los jueces al final de la canción.
Cuando los presos están en el talego, a qué otra cosa le van a cantar sino a la libertad. Y eso es lo que hace “El Luis” (el James Brown de la rumba) en el siguiente tema. Peculiar personaje gallego que publicó uno de los discos más singulares de la música española llamado Gitano Soul. El nombre ya lo dice todo y no, no se parece ni lo más mínimo a Pitingo afortunadamente. Así que en este tema, “El Luis” habla por boca de un preso que esta viendo la “luna y las estrellas” a través de los barrotes de su celda.
La cosa se complica bastante en la siguiente canción del Pelos con los Marus. Un legionario español que viaja a Marruecos y tiene una relacción de amor con una “morita”. Según avanza la historia aparece la supuesta infidelidad, el asesinato bajo influjo de las drogas y la cárcel. Como podéis comprobar, todo muy turbio. Si queréis más detalles que os los cuente el propio Pelos.
Hace unos años descubrí con sorpresa que en Barcelona existía un Festival de Neocalorrismo. El nombre no puede resultar más atractivo. Detrás del festival se encuentra el heredero natural en la actualidad de la rumba quinqui y calorra: Pantanito. En este caso nos hace una actualización rumbera del tema de las drogas, trayéndolo a nuestros tiempos. Os dejamos con “Politoxicomanía” y os recomendamos que escuchéis más canciones de Pantanito.
Sí, estoy seguro que algunos estabais ya diciendo que faltaba el gran hit: “Más chutes no!”. Aquí está. Hace un par de años Los Calis volvieron a sacar un disco. En un reportaje de televisión uno de ellos contaba que en su momento de máximo apogeo, ganaban mucho dinero. Tanto que les permitía llegar a gastarse 200.000 pesetas diarias en drogas. No lo decía precisamente con orgullo o con satisfacción sino claramentete arrepentido y castigado por aquella época. En cualquier caso lo que demuestra es que cuando compusieron este himno de la rumba peligrosa, sabían perfectamente de lo que hablaban.
Jose Luis Santiago.