Jose María Morales González.
Desde que el mundillo internauta dirige el cotarro se hace necesario contar con una etiqueta para todo. Los que mueven los hilos lo necesitan para coger tus tags, que tú mismo les rellenas consciente o inconscientemente, y así gestionar tu perfil comercial de forma más fácil. A mí nunca me han gustado las etiquetas, nunca me he autoetiquetado y ya estoy mayor para empezar a hacerlo ahora; y mucho menos en lo que tiene que ver con mis aficiones y gustos. Pero sí que es verdad que en varias ocasiones, desde la primera crisis de identidad adolescente hasta hoy, creo que casi todos nos hemos hecho la misma pregunta: ¿cuál es mi tribu?
Bien, para contestar a esta trascendental cuestión me remontaré a los años de de mi propia adolescencia y al inefable programa Hablando se entiende la Basca -que se emitía en la Telecinco de Berlusconi y las MamaChicho- cuando un jovencísimo Jesús Vazquez le formuló al Pirata una pregunta de la que aún yo no tengo clara la respuesta: “¿Qué es ser heavy?”, él respondió de golpe «ser heavy es una putada» y después explicó esta curiosa afirmación, pero para mí lo realmente importante fue que me emocioné… No hay duda, mi indeseada etiqueta sería la de “heavy”, ya sé que no parece nada moderno, ni demasiado culto, ni snob, ni mucho menos trending topic… pero, ahí lo llevan! A este sentir, a modo de confesión, añadiré que por aquel entonces escuchaba sin descanso una cinta, prestada por un incauto colega, del doble directo de Barricada, haciendo echar humo al autoreverse. Esa cinta nunca volvió a su dueño, no porque los heavys seamos delincuentes -recordad niños: «El heavy no es violencia«- sino porque la gasté, literalmente, hasta dejarla inútil. Ahora tengo el CD y el vinilo. Y qué os voy a contar de Nunca es tarde si la dicha es buena de Reincidentes, No va más de los Barón Rojo, el histórico triple directo de los Suaves o En tu recto de La Polla Records… Estos eran los habitantes de mi walkman.
No obstante uno no es un heavy de verdad hasta que no va a su primer concierto. Ver con quince años a Rosendo presentando el Deja que les diga que no y Burning, con Risi al mil por cien, en las Ventas, era más que suficiente para ganarte el carnet. Y si cinco añitos después ibas a la gira “No Bull” de los AC/DC, también en Las Ventas, eso definitvamente condecoraba y aseguraba el respeto de tu parroquia. Aunque ellos se supiesen de memorieta la crónica de la Heavy Rock solo tú habías estado allí!
Con esta primera crisis de la adolescencia salvada, ya sabía lo que era y ademas contaba con argumentos para justificarlo… Pero uno siempre quiere más. Juntando los ahorrillos desde las Navidades conseguí entradas para el ya extinto Esparrago Rock de Granada, principalmente para ver a Iggy Pop. Además de la Iguana de Detroit, vimos la presentación del entonces rompedor y hoy 20 años después imprescindible Omega, de Enrique Morente & Lagartija Nick, y aunque a Morente se lo comieron los puristas muchos de los que estábamos allí fuimos conscientes de la grandeza sonora y de la audacia de semejante proyecto, no reconocido o directamente rechazado por muchos en aquel momento, los mismos que creían haber descubierto la pólvora al escucharlo años después en su décimo aniversario en el FIB.
El Espárrago siempre mantuvo esa línea de mestizaje que juntaba en un mismo cartel a 7 notas 7 colores , K-Tulu, Perroflauta e incluso a Remedios Amaya rescatada de su barca a la deriva tras el naufragio eurovisivo. El sur es así. Corría el 1998 y el sonido de Gecko Turner, enfundado en una camiseta del Badajoz , molaba mucho; los 7 notas de Mucho Muchacho con Hecho, es simple terminaban de abrir la brecha del actual hip hop en castellano y enterraban de manera definitiva sus lamentables antecedentes del “Hey pijo, de que vas!”; y los K-tulu (ufff) … pocos grupos de por aquí, e incluso de por allí, han conseguido ese sonidazo en estudio y meter tanta tralla en directo.
Por momentos, el acercamiento a sonidos y bandas tan diferentes hacía peligrar mi autoimpuesta condición, ya que en aquella, ni mi indumentaria, ni esa amplitud de miras musical eran demasiado comunes entre los heavys. Si un viaje al Festimad para ver a Metallica podría reconducirme sucedió más bien lo contrario ya que descubrí a Backyard Babies y me enganché al rock escandinavo, que después me llevó a hacerme incondicional del toque stoniano de los Hellacopters, y pensaba: “esto suena de la hostia pero no es heavy metal, esto es…”
Llegado a este punto, concluí que están los auténticos heavy metal, de look fácilmente reconocible: J’hayber New Olimpo, vaqueros pitillo, camiseta negra de grupos que aún no venden en zara y melena o lo que quede de ella. Son tíos que con solo ver al Eddie en una cubierta de los Maiden te dicen la formación y el orden y duración de los temas del disco. Para ellos Helloween sigue siendo una banda germana y no una costumbre anglosajona, convertida en el san Valentín de los góticos. Y luego estamos lo que yo llamo heavys a secas, o por usar un término de más amplio espectro los rockeros.
No es cuestión de despejar balones a estas alturas pero el mismo que me inició en este rollo, fue el que me dio la penúltima vuelta tuerca hacia esta suerte de poligamia musical consentida cuando escuché, no sin cierto asombro, al mismísimo Enrique Villareal, que el último disco que se había comprado era el de Cristina Rosenvingue. Vale, ya es abuelo y lleva años fuera de los Barricada pero Enrique Villarreal fue, es y siempre será el Drogas.
A estas alturas, con la espalda igual de castigada por el baloncesto, por dormir -o intentarlo- en quechuas y pre-quechuas en páramos festivaleros, o por aguantar en la primera fila de un bolo de Boikot o El Último Ke Zierre, no necesito justificar nada. La cuestión es que mi actitud es mas abierta a medida que pasa el tiempo. Nunca diré “sé que que al final tendré razón y ellos no”, yo prefiero “que más da, mi rollo es el rock”.
Sé que estas líneas en las que reconozco casi como si se tratase de confesión a una serie de artistas que nada tienen que ver con con el catecismo del rock urbano, y otras que no me he atrevido a mencionar, harán estallar el Obús en la parroquia punk-rocker festivalera y tendré que soportar la penitencia en los próximos festivales hasta que saboreando las Voll Damm doble malta que les ofrezca, se vayan olvidando del tema.
Estoy dispuesto a asumir ese “canon”, pero lo más importante de todo es que llegué hasta aquí montado en los últimos vagones del tren de Leño; que hubo un tiempo en el que fui feliz en el camión de Loquillo; que en el Mercedes blanco de Kiko Veneno dejaban fumar; que me dijiste “tranqui, tronqui” cuando me robaron la mountain bike como a Makaroff ; que conocí a la negra flor en el jardín botánico de Radio Futura; que descubrí un sexto continente en el velero de Sr. Chinarro; que lo único que me gusta de la feria es la Montaña Rusa de Airbag; y que mientras quepa me seguiré montado en la nave de los Mama Ladilla.
Por esto y por otras muchas cosas puedo gritar bien fuerte: ¡Yo NO solo lo hago en mi moto!
Barricada – No hay tregua
AC/DC – NO BULL – BACK IN BLACK – Live in Las Ventas, 1996
Rosendo – Deja Que Les Diga Que No
Iggy Pop – Esparrago Rock 98 [2/2]
Manhattan (Enrique Morente & Lagartija Nick)
7 Notas 7 Colores – Con esos ojitos
Perroflauta- Afromeño
KTULU – Biocontaminación ( Espárrago Rock 98 )
Iron Maiden – Can I Play With Madness
Baron Rojo “Los Rockeros Van Al Infierno”
Sergio Makaroff – Tranqui Tronqui (Conciertos Radio 3)
Sr. Chinarro – Vacaciones en el Mar
Airbag – La cueva
OBUS – SOLO LO HAGO EN MI MOTO