Jose Luis Santiago.
Fue unos días antes de empezar a escribir este artículo cuando pensé que lo realmente sorprendente, teniendo en cuenta cómo es el logo de Tonosone, es que nos se nos hubiese ocurrido antes. La historia es muy parecida a la de siempre: descubrimos un grupo que nos mola y nos empiezan a venir una serie de bandas a la cabeza que tienen algo en común con ese grupo. Algunos estaréis pensando para que el nexo de unión de los grupos sea un país, tampoco hay que estrujarse mucho el cerebro. Y tenéis razón, pero las bandas que van a ir apareciendo por aquí no solo comparten procedencia geográfica sino una especie de singularidad, locura o extravagancia que resulta sorprendente e insospechada. Quizá es más sencillo si os digo la expresión que se me vino a la cabeza generalmente tras descubrir a cada una de estas bandas: ¡Putos japos!.
El nombre lo tuve claro desde el principio: niponadas. Si buscáis el término en Google lo que sale es un blog sobre curiosidades culturales de Japón (vamos con la misma idea) y una lista de Spotify en la que aparecen canciones de Alaska, Sonia y Selena, Obk, Viceversa, Tenessee, Camilo Sexto o Sabrina, entre otros (?????).
Empiezo con los desencadenantes de esta historia. Hace ya un par de meses, leyendo un repaso a los mejores discos de sonidos latinoamericanos del año, me encuentro un álbum de una banda japonesa llama Minyo Crusaders. Un what the fuck en toda regla que continua cuando me pongo a escucharlos y no solo es que hagan música latina sino que la mezclan con el minyo, un género musical japonés tradicional y el extraño encentro suena extraordinariamente bien. Si a eso le sumamos el pastiche visual de aire retro de su videoclip, tenemos nuestra primera niponada del día.
Uno de los tópicos sobre los japoneses es el de la contención emocional. Por lo que veremos en muchos de los grupos que aquí aparecen, esa contención deben dejarla de lado cuando suben a un escenario porque cuando se meten en terrenos del garage, el rock and roll, el beat, el surf, el R&B y otros subestilos del rock saben meterle mucha intensidad y transmitirla público. Doy fe de ello con dos de las bandas que os ponemos en este trío rockanrollero. The Neatbeats están considerados como uno de los mejores grupos de mersey beat del plantea. Os dejo con una actuación en directo para que podáis ver su intensidad, su cuidada puesta en escena y otra de las cosas que caracteriza a las niponadas y de la que más tarde hablaremos: la pericia técnica instrumental. En la línea de los Neatbeats aunque tirando más hacia el R&B están los Minnesota Voodoo Men. No os perdáis a ninguno de ellos si los tenéis a mano en directo.
Es sorprendente la cantidad de grupos de chicas que me he encontrado. Aquí os dejaremos unas cuantas, pero podría hacer varios artículos solo con ellas. Tarantino, que es zorro viejo y huele la música apropiada para sus películas como los perros policía la droga, en su japonesa Kill Bill vol. I no desaprovechó la oportunidad. Se fijó en una banda con una amplia trayectoria en su país, las 5, 6, 7, 8’s y las puso en el mapa para el resto del mundo. Y no era solo una cuestión musical, sino de presencia en escena y actitud. Ideales para la última secuencia de la película.
Y ya que hemos abierto la caja de las girl groups vamos con la banda que más loco e impactado me ha dejado en el último año y medio. Si nos seguís habitualmente ya os imagináis de quienes estamos hablando. Se llaman Otoboke Beaver, y su disco Itekoma Hits es lo más brutal que paso por mis oídos el año pasado: 14 trallazos afilados y punzantes que son una montaña rusa con constantes y brusquísimos cambios de ritmos, de melodía y de estilo. Salvajes. En Tonosone estamos completamente pillados con ellas y andamos siguiéndolas el rastro para ver si se dejan caer medianamente cerca a tocar. Van al Primavera Sound, pero claro, las van a poner a una hora indigna el mismo día de purrias como Bad Gyal a la que aplastarían con una sola de sus canciones. Por ejemplo esta.
Si os habéis podido sobreponer al tsunami anterior abandonamos momentáneamente el rock para recurrir a dos de las bandas japonesas a las que seguimos hace más tiempo. En el mundo de las niponadas encaja con toda naturalidad que una determinada banda pueda ser referente internacional en géneros musicales que uno nunca asociaría en primer termino a Japón. En este caso el ska y el funk. Y es que hay algo que los japoneses hacen de manera sublime: copiar. Lo digo como alabanza y no como critica. Muchas grupos nipones, como hemos visto con los Neatbeats, tienen una asombrosa capacidad para apropiarse de un estilo musical externo (con todos sus complementos escénicos y visuales) y reproducirlo de manera no solo fiel, sino emocionante. Por eso digo que van más allá de la copia. Es la explicación por ejemplo de cómo ha calado el flamenco en el país nipón: escuelas, guitarristas, bailaores y bailaoras, cantantes y muchos flamencos trabajando por aquellas tierras. Hasta el gran Chiquito de la Calzada, vivió unos años allí por ese motivo. Pero no nos desviemos, no voy a hablar de flamenco, sino de funk y ska. Para lo primero Osaka Monaurail hace ya décadas que son referentes mundiales del estilo en su lado más jamesbrowniano. Algunos incluso os sorprenderéis con el parecido, pero no os engañéis, son buenos, muy buenos. Unos pocos años antes que los de Osaka nació la Tokyo Ska Paradise Orchestra, una de las bandas más importantes de su país, en el que el ska siempre fue un género muy popular. Hoy en día la “Skapara”, como también se los conoce, ha tocado en todos los grades festivales y ciudades del mundo y tienen una discografía que supera la veintena de álbumes. Esperamos que no hubiese huéspedes durmiendo en las habitaciones aledañas a la de la actuación con la que os dejamos.
Aunque parezca mentira, al aproximarnos más a las visiones que se tienen de Japón desde el exterior más aumenta el asombro con lo que nos vamos encontrando. De nuevo tres grupos de chicas jovencísimas. Y de nuevo, a pesar de la edad, gran destreza instrumental y una extraordinaria capacidad para resultar adictivas. Lo del dominio técnico de los instrumentos (común a casi todos las bandas que aparecen el artículo) por lo que hemos leído, quizá tenga que ver con la importancia que tiene la formación musical en el sistema educativo japonés. Por estos lares, sin embargo, tenemos que conformarnos con las Hinds.
Aviso que este bloque de tres bandas es adictivo. Las primeras son Chai. Hace unos meses las descubrí en uno de los fantásticos Tiny Desk Concert de la NPR. Me dejaron pilladísimo, no solo porque fuesen jodidamente buenas y originales sino porque acompañaban su actuación de una puesta en escena muy loca. Una niponada en grado máximo. Os animo a que veais ese concierto, pero os dejo con un videoclip que tampoco está nada mal a nivel de frikismo. Una canción que se mueve entre el disco, el funk, y los sonidos del pop-rock contemporáneo pero en un personalísimo modo Chai. Con una propuesta algo más convencional (aunque no del todo), pero igual de fresca y adictiva aparece una pareja que se llaman Gallo (según el traductor de japones de Google) y que se une a la moda de dúos de guitarra y batería aunque no para hacer lo mismo que la mayoría de ellos. Por último ya si, una propuesta de power-pop más convencional, pero muy bien hecho a cargo de Lucie, Too y con el que seguramente a muchos os vendrán a la cabeza las melodías de las series japonesas de dibujos animados. Podría seguir durante un buen rato en esta línea de pop-rock contemporáneo y bandas de chicas pero paro.
Todo bastante luminoso, divertido y bailable hasta ahora. ¿Que ocurre, que no hay niponadas “oscuras”? ¿No hay japoneses deprimidos o de mal rollo? Haylos, como las meigas y voy con un par de ellos. Yayhel se mueven en las coordenadas de algunas de las bandas actuales de indie-electrónico de línea oscura tipo Depeche Mode, pero con su correspondiente cuota de japonesismo. Sus peculiares videoclips acompañan esa estética futurista oscura con un in crescendo final muy interesante en este “Tao” con el que os dejamos. Y una gran niponada de las que más me ha sorprendido es la que nos ofrecen Vampilla: post-rock, metal, progresivo y música orquestal en un vídeo con unas animaciones tan bonitas como por momentos desasosegantes.
Ya os he adelantado que me ha sorprendido en este viaje japonés el nivel técnico de los músicos incluso a edades muy tempranas. Esto puede encajar con la idea de los japoneses meticulosos, currantes y perfeccionistas hasta el extremo (en este caso con el instrumento musical). Seguramente haya algo de esa cuestión cultural en el asunto de la pericia técnica. Pero investigando un poco he encontrado que hablan en varios sitios de la buena formación musical que reciben todos los japoneses en su sistema educativo. Teniendo esto en cuenta es fácil suponer que nos podamos encontrar con algunos grupos que hayan decidido llevar sus propuestas musicales un poco más allá, hacia terrenos más próximos a la experimentación musical. Dos propuestas en esa línea. Un poco de math-rock a cargo de Lite-D y otro de esos grupos japonenses que son referencia en los suyo en el mundo, en este caso en el avant-garde musical: Goat. Un poco de música no convencional al año, no hace daño. Si os preguntáis si lo que está metido en la boca del saxo es una botella de coca-cola, la respuesta es que si.
No se agota la mecha todavía. No solo nos vamos de dejar cosas fuera, sino que para el final reservo cuatro niponadas inapelables y en líneas bastante diferentes.
Ha pasado por aquí el rock, el punk, el funk, las música latina, el progresivo, el ska, el pop… ¿Pensad en una algun género musical que jamás pensaríais que hacen los japoneses? No se, ¿la música balcánica y el afrobeat por ejemplo? Pues nos equivocamos de nuevo. Hay una banda femenina (de nuevo) llamada Charam-Po- Rantan, que con una estética entre lo manga y lo circense se han puesto a darle a las músicas del este de Europa. Y, si ya hemos empezado el artículo con un grupo que hacía música latina, por qué no nos vamos a encontrar en Japón una banda que toque afrobeat, como Kingdom Afroks. Incluso tienen un tema con Tony Allen.
Unos señores haciendo punk rock, vestidos con mayas, ropas y pelos de colores chillones como unos power-rangers de mercadillo . El cantante calvo con melenillas laterales y sin uno de los dientes centrales. Con la letra “P” de fieltro pegada a la camiseta y una malla de rejilla negra tipo punk por encima de todo ello. Acompañados por un ser indeterminado de color rosa que aparece de vez en cuando entre el público y un calamar gigante, que a la vez es una guitarra, que incita al caos y la diversión entre el personal que asiste a sus conciertos. Quizá pueda haber cosas más divertidas en directo, pero ya lo dudo. Viven en Austin, pero su “niponismo” es indudable.
Terminamos con la niponada suprema. Ideas que aunque podría tener cualquiera, queda bien decir que solo se le podrían ocurrir a los japoneses Cogemos una tecnología obsoleta como son las cintas magnéticas de bobina abierta y les damos un uso totalmente insospechado como es el de colocarlas en determinadas posiciones y generar composiciones musicales en función del lugar y de la manera de percutirlas y manejarlas. Se llaman Open Reel Ensemble y son la última y más insospechada niponada de todas las que han pasado por aquí. Teniendo en cuenta lo que nos hemos dejado fuera no es descartable que en algún momento aparezca una segunda parte.