Un bestiario de hombres y mujeres orquesta.
La primera imagen que a uno le viene a la cabeza cuando se habla de hombre orquesta es la de ese músico callejero ataviado con una guitarra bajo los brazos, una armónica a la altura de la boca y algún tipo de percusión (platillos, bombo y/o caja) que hace sonar con el movimiento de alguna de sus extremidades (brazos, piernas o pies). En cuanto a lo personal, hay una cierta imagen de los hombres orquesta como personajes peculiares, locos callejeros y buscavidas errantes.
Alguno de los individuos que van a desfilar por este artículo, sobre todo en lo musical, todavía se parecen a este perfil. Otros ya no tanto. Pero en lo personal, todos ellos comparten de una manera u otra esa loca voluntad del hombre orquesta. Quizá conscientes (o no) de que salir a un escenario completamente solos a entretener a la audiencia exige algo más que tocar tus instrumentos y cantar, nuestros hombres y mujeres orquesta crean e interpretan a sus personajes en escena y los rodean de la parafernalia visual o verbal que sea necesaria para intentar cautivar a su público. Como estás solo sobre el escenario, es imposible escaquearse.
De una forma u otra, nuestros “one man band” son unos animales del escenario. Así que bienvenidos a este paseo por nuestro particular bestiario musical repleto de especímenes únicos, diurnos y nocturnos. Por favor, no se acerquen demasiado a las jaulas: no nos hacemos responsables.
Los ancestros.
Los antepasados de nuestros hombres y mujeres orquesta eran bluesmen de espíritu errante. Guitarra acústica o eléctrica en mano, armónica a la boca y alguna percusión accionada por los pies. El Doctor Isaiah Ross debe su apodo a los conocimientos sobre la medicina de sus ancestros que le sirvieron para desarrollar una labor médica en el ejército durante unos años. Hay tan poca información sobre el asunto, que nos lo imaginamos preparando brebajes y pócimas a modo de chamán en las tierras del sur de EE.UU. Llego a grabar para Chess y Sun Records, emigró a Detroit como tantos otros a trabajar en la industria automovilística y en el año 81 llegó a ganar un Grammy.
Un buen hombre orquesta se construye sus propios instrumentos si fuese necesario, o adapta alguno ya existente a su conveniencia. Al segundo de nuestros ancestros, Jesse Fuller, se le debe la invención de la “fotdella”, un bajo de cuerdas accionado por los pies, que fabricó él mismo después de varias pruebas. Le vemos tocando el aparatejo en la canción que le hizo popular, este delicioso “San Francisco Bay Blues”. Auténtica arqueología musical.
El motorista con el injerto de pata de primate.
Eso dice la leyenda de este misterioso y escurridizo personaje. A Bob Log III, tras perder una de sus manos cuando era niño, le trasplantaron la pata de un mono y de ahí su singular manera de tocar la slide guitar. Nos lo creemos a pies juntillas, no hay más que escuchar ese fascinante sonido de blues-punk chatarroso y marciano en cada uno de sus conciertos. Si a eso le añadimos que nunca le veremos sin su casco-teléfono, empezamos a pensar que que quizá los experimentos nucleares realizados en los desiertos de su Arizona natal, tengan mucho que ver en esta locura.
Los de las voces autosampleadas.
Si hay algo que ha cambiado completamente las posibilidades del hombre orquesta ha sido la tecnología, y más concretamente las maquinitas de loops y pedales de autosampleado. Los más puristas diréis que eso ya no es un hombre orquesta, pero como el que escribe el artículo soy yo, si no os convence, podéis pasar esta parte. No os lo recomiendo. Más adelante veremos a algunas de nuestras bestias utilizando el autosampling con instrumentos, pero ahora nos vamos a quedar con un par de especímenes que utilizan solo la voz para construir sus canciones.
Al español nacido en Tokio y residente en Londres Hyperpotamus habría que aplicarle lo de mejor solo que mal acompañado. Cansado y aburrido de tocar en grupos como teclista o batería, este espécimen decidió montárselo por su cuenta. Una capa, otra capa, una tercera, una cuarta y las que hagan falta hasta que poco a poco va apareciendo una atmósfera, un ritmo y una canción. Lo podéis ver en acción con todos sus cachivaches subido a una azotea.
Reggie Watts es el ejemplar simpático de nuestro bestiario. Ese look entre científico loco y tipo despistado le hacen entrañable. Pero no se confíen, este músico, actor, cómico, beatboxer y cantante, esconde el propósito de desorientarnos con sus shows y sus puestas en escena. En este caso le vemos interpretanto/parodiando algunos modos de hacer y cantar de la música negra contemporánea. Una divertida maravilla. Si queréis ir directos a lo musical, a partir del minuto 1:30.
https://www.youtube.com/watch?v=F-keiPT-4M4
La tormenta gallega.
No sabemos cuáles fueron las razones que llevaron a la coruñesa Mercedes Peón a decidir, en un momento dado de su carrera, que se iba a subir ella sola al escenario tocando todos los instrumentos posibles y ayudándose de la electrónica, pero la manera en que lo hace es apabullante. Hace relativamente poco tiempo tuve la ocasión de verla en directo. Apareció en el escenario bajo la lluvia y se marcó un conciertazo. Alguien me dijo en un momento dado al oído: “muñeira trance”. Y sí, algo de eso había en aquella tremenda actuación. Aquí tenéis un buen ejemplo.
El granjero/vaca desquiciado.
Para bestia parda, esta vez en el sentido más literal del termino, tenemos a uno de los personajes más misteriosos y que más revuelo han causado en los últimos meses en el ya de por sí pequeño mercado del rock en España: Vurro. Un caso muy especial: unos vídeos que aparecían y desaparecían en Internet de un personaje extraño y misterioso, una música descacharrante y desquiciada y una puesta en escena cuidada hasta el detalle aunque aparentemente loca y casual. La bola se va haciendo cada vez más grande y en unos meses es capaza de llenar un concierto en La Riviera. Una jugada maestra y un gran sentido del espectáculo que resulta fundamental en este negocio (algo que siempre han tenido claro los hombres orquesta). Como decíamos al principio: si me voy a subir solo al escenario, tengo que ofrecerle al público un buen show.
El loco del tubo mágico.
Ya hemos dicho que a algunos de nuestros protagonistas no les sirven los instrumentos que todos conocemos y deciden fabricarse el suyo propio. Uno de los más extraños con los que nos hemos encontrado es el “magic pipe” de That One Guy, que de aspecto es similar al arpa, pero con un sonido quizá más parecido al de una especie de contrabajo metálico. Viene acompañado por “the magic boot”, “the magic saw” y “the magic duck”, que le sirven para hacer percusiones y todo tipo de ruidos extraños. Todo eso junto, evidentemente da forma a una propuesta extraña, loca y absolutamente única. No habéis visto ni veréis, nada parecido. Os lo aseguramos.
Mamífero quiróptero nocturno, insectívoro y volador.
Un murciélago en nuestro bestiario. Un “morcego” en portugués o Mursego, como se pronuncia. Nada que ver con Batman, pero de lo que no hay duda es que el proyecto musical de Maite Arroitajauregui es una “rara avis”. Según la wikipedia, en sus composiciones suenan, además del cello, una loop station, chiflo, platillos chinos, flauta de émbolo, theremín, pandereta, ukelele, autoarpa, rimas, palmas y voz. Si eso no es ser un mujer orquesta no lo es nada. De toda esa mezcla y de su extraordinaria sensibilidad es imposible que no salga algo complejo, original y extraordinario, en el sentido más literal del termino.
El caimán del Manzanares.
King Cayman no viene de los pantanos de Louisiana, ni de los afluentes del Amazonas, ni de las tierras de Cocodrilo Dundee. Se llama Daniel Treviño y es de Madrid. Nos hemos encontrado con una respuesta suya tan definitoria sobre lo que es ser un hombre orquesta que la vamos a reproducir tal cual. El autor de la entrevista es Nacho Serrano en Mondosonoro
¿Ser un one-man band es elección o porque las cosas salieron así?
Buena pregunta… una mezcla de ambas, supongo. Ser un one man band es el DIY de la música underground, el individualismo elevado a la máxima potencia. Una vez conocí a un monobanda (si acaso así se puede llamar a todo aquel que toca sólo) cuyo único instrumento era un armatoste poliédrico de aluminio al que enchufaba objetos inverosímiles que producían sonidos extrañísimos. Por ejemplo, tenía un peluche de un loro al que le salía un jack por el culo y cuando lo enchufaba al fistro, sonaba un beat electrónico infernal. En fin, ¿es ser un monobanda una elección propia? Sí, supongo que es una forma de experimentar con uno mismo hasta sacar el sonido que cada uno llevamos dentro. Supongo que si un psicoanalista se parase a analizar las raíces más profundas de King Cayman, sacaría ABBA, Wilson Pickett o AC/DC. En fin, ser monobanda consiste en sincerarse con uno mismo y sentarse a tocar lo que a uno le gustaría escuchar dentro de sí.
Impresionante. Aquí os dejamos el vídeo.
El reverendo del gospel blues trash.
The Reverend Beat-Man es toda un institución y un referente a nivel europeo en esto de las one man bands. Con la Iglesia hemos topado. Este suizo es DJ, tiene una compañía de discos, fue cantante durante años del grupo de psicobilly The Monsters y estuvo en muchas otras bandas europeas de referencia. Como buen predicador, el reverendo te cuenta historias de la muerte y de la vida, del amor perdido, de los pecados y los perdones, mientras rezas con él un blues. Creednos hermanos, el reverendo nos guiará hacia la luz o las tinieblas, salvará nuestras almas o las llevará directamente al infierno. ¿O acaso no es lo mismo?.
El bizarrismo chicha-cumbiero MIDI
Después de las altas dosis de “espiritualidad” del reverendo, necesitamos menear el buyate con algo más ligero. Os parecerá un salto mortal, pero el caso es que los discos de Rolando Bruno y su Orquesta MIDI, los edita la discográfica del propio Reverendo Beat-Man. Bueno, hay que reconocerles que ambos comparten cierto amor al bizarrismo. Rolando Bruno fue miembro de Los Peyotes, uno de los grupos más importantes de garage en Argentina. Un buen día decidió meter en su coctelera tropical los sonidos garageros, la cumbia, la psicodelia, el surf, la chicha, un poquito de beat y todo ello tamizado con un aspecto muy lo-fi. Un resultado que para algunos no pasará de simpático pero que por aquí nos encanta. Viendo el vídeo a lo mejor me decís que el verdadero hombre orquesta no es Rolando, sino Alf el extraterrestre. Pues lo mismo tenéis razón.
El recuperador de las esencias.
Probablemente este espécimen, Tumba Swing, es el culpable de que decidiese escribir el artículo. Cuando Guadalupe Plata estaban a punto de darse a conocer más ampliamente, en un concierto en la Sala Sol, de repente salió esté individuo a ofrecer su show. Lo flipamos. Un aspecto y un sonido rockabilly, con influencias del blues-trash, del punk y un sonido muy muy chatarrero y urgente. Si a eso le añadimos algo que es común a muchas de nuestras bestias, que es un gran sentido del espectáculo y de la puesta en escena, el resultado fue que durante la media hora larga de su actuación nos dejó a todos con la boca abierta. Por cierto que Don Rogelio, ese es su nombre (o eso dicen) también es el cantante de uno de los mejores grupos garageros de este país, Aullido Atómico.
El bluesman africano de los autosampleados.
Otro sorprendente concierto fue el responsable del descubrimiento de Muntu Valdo, que define su música como Sawa blues, con un sonido muy vinculado al folklore de su lugar de nacimiento, en la costa de Camerún. Fue en un bonito jardín, sentados en el césped, con algunos de los pedales que vais a ver en su vídeo y asistiendo a la construcción progresiva de sus canciones añadiendo ritmos, voces, melodías y riffs. Su voz y su sinuosa música en aquel lugar fue una de esas pequeñas joyas musicales en vivo que se van almacenando en la “memoria concertil”.
El rude boy
King automatic es otro de los cobijados en Voodoo Rythmn Records (el sello del Reverendo Beat-Man). Este francés de Nancy, aunque empezó trabajando el blues rock sucio e incendiario (como muchos de los de su especie) ha ido introduciendo música caribeña, exótica y sonidos del rocksteady y el reggae dando a su música su propio sello personal y diferenciador. Os invitamos a que busquéis en Youtube la canción “La Vampira del Raval” para que veáis de qué os hablamos, pero nosotros preferimos dejaros con el “rey automático” en directo, porque es ahí donde se ve la verdadera dimensión de nuestros hombres orquesta. Si estáis haciendo una película de terror de serie B, aquí tenéis la banda sonora.
El transformer.
No tenemos mucha información sobre nuestra última bestia, Jordan B. Wilson. Parece que se trata de un músico callejero e inventor de San Francisco que se ha construido una especie de transformer con el que consigue tocar nueve instrumentos a la vez. Muy muy loco y muy alucinante. Os dejamos con este regalo final para los que habéis conseguido leer hasta aquí, o para los que habéis hecho trampa y os habéis saltado lo anterior. Flipadlo.
Jose Luis Santiago.