Un poco aburridos de la omnipresencia de la formación bajo-guitarra-batería (y teclados) en la mayoría de las músicas contemporáneas y especialmente dentro del pop y el rock, hace ya un tiempo decidimos buscar la presencia de otros instrumentos menos habituales en estos géneros. Y como de momento no había salido nada de percusión en esta serie de artículos, hemos escogido dos instrumentos hermanos que siempre nos han gustado especialmente: congas y bongos.
En nuestro rastreo vamos a dejar de lado todas las músicas más o menos latinas, en la que su presencia es habitual y casi obligada y nos vamos a ir a buscarlos donde son menos habituales, especialmente al pop, al rock y a algún otro. La batería, por su versatilidad y por su potencia, ha monopolizado casi totalmente los ritmos en estos géneros, hasta que llegaron las cajas de ritmos y los samplers en los 80. Hoy en día, con esto de las “músicas urbanas” también se esta apostando por las percusiones sintéticas.
Ver a alguien ejercitando sus brazos y manos para enriquecer las percusiones mediante bongos y congas siempre ha sido algo que nos ha gustado: con batería de por medio o sin ella. Una de mis proyecciones musicales futuras (con aprender a tocar la guitarra ya fuera de mis planes) es la de ser bongosero, ponerme una camisa hortera con chorreras y acompañar a cualquier orquesta de merengue, cumbia y bachata sudamericana de esas cuyos carteles pueblan las paredes de las grandes ciudades. Pero mientras eso llega, vamos con la selección de canciones de este artículo.
Seguramente si pensamos en percusiones latinas en el rock el nombre que nos viene a todos es el mismo: Santana. No fue el primero, pero todo ese arsenal de percusiones en sus discos y conciertos, lo convierten en un referente. Despliegue brutal en ese “Soul Sacrifice” de Woodstock. Aunque probablemente las congas más famosas de la historia del rock & roll sean las que suenan al comienzo de un clásico de los Rolling Stones.
Aunque haya bandas con bongos y congas de forma más o menos permanente en discos y directos, lo más habitual en el rock ha sido su aparición en modo Stones, es decir, de manera esporádica en algunos temas a los que se quiere dar algo más de variedad rítmica o incluso un toque más cálido y latino. Vamos con unos cuantos clásicos. Mucho protagonismo de las congas en el inicio del “Empty Sky” de Elthon John, que suena muy stoniando. Luego permanecen el resto de la canción, pero la batería las deja en un segundo plano. Una pena. Algo parecido pasa en el directo del “Summertime Blues” de T-Rex: metemos unas congas porque mola y queda bien en la puesta en escena, pero quedan bajo en el sonido de la batería y la distorsión y potencia de la guitarra. Algo bastante habitual desgraciadamente cuando en el rock se deciden meter otros instrumentos.
No necesariamente la aparición de bongos o congas en el pop-rock nace de la intención de darle un toque latino a las canciones (en ocasiones sí). En las canciones de los Yardbirds y de The Beatles los bongos aportan sobre todo un fondo rítmico juguetón que encaja perfectamente en los temas.
Pero cuando nos metemos en el pop rock de corte más bailable, bongos y congas empiezan a hacer aparición de manera habitual. Seguramente porque como veremos luego en otro bloque ambos instrumentos, han tenido una presencia bastante más habitual, e incluso permanente, en algunas bandas de funk y de soul. Vamos con dos expertos en lo del pop-rock bailable y elegante: Bowie y Steely Dan.
Cambiemos de manera brusca de género y pensemos en el flamenco. No nos vienen a la cabeza en principio imágenes de músicos tocando bongos y congas en formaciones flamencas. Pero si pensamos en la fusión o en aquellos cantes que fueron en viaje de ida y vuelta para Latinoamérica lo mismo la cosa cambia. Fijaos quién aparece sentado a la derecha del “padre” en el clasicazo “Entre Dos Aguas”: el bongosero. Y de hecho es el único que comparte plano con Paco. Pero es que cuando se abre plano, los que aparecen a la izquierda son los congueros. Algunos debieron tener escozores con esto.
En los cantes de ida y vuelta si hay uno que ha tenido fama y se ha convertido en un subgénero propio es la rumba flamenca. Es normal que su vinculación con la rumba cubana, haya provocado la aparición de esos instrumentos que precisamente nacieron en la isla. Latinos ochenteros se ponen Los Chichos y más allá de que el tema no es lo más lúcido de su repertorio, merezca la pena por tener en mi cabeza una imagen que desconocía y que es a Jero tocando las congas. Terminamos con Bambino, que más allá de la presencia habitual del cajón como percusión flamenca en los últimos tiempos, demuestra que congas y bongos están pensados para las rumbas (la cubana y la flamenca).
Antes os dijimos que la presencia de congas y bongos en gran parte del rock and roll acaba resultando secundaria porque la batería sigue estando casi siempre en primer término sonoro. Pero hay quien se atreve a darles más protagonismo o incluso a que sean el único instrumento de percusión en la canción. En el “Do the Clam” de Elvis, los bongos son los que incitan a hacer el “baile de la almeja” a los acompañantes del Rey. Y dos vozarrones como los de Bill Callahan y Tom Waits deciden que sean las congas la única percusión de sus canciones, quizá también buscando un sonido más primario y acústico. Por el lado de lo salvaje en el caso de Waits, y por el lado de la sencillez en el de Callahan.
Parece lógico que unos estilos más rítmicos como el soul y el funk si que hayan tirado más de bongoseros y congeros. Buscando sobre todo aportar algo más de groove y riqueza tímbrica a las percusión de las canciones. En algunas formaciones del género la presencia de estos instrumentos ha sido de hecho casi permanente. Aquí os dejo con dos clásicos en los que el instrumento al menos no se ve aplastado por la potencia de la batería como sucedía en algunas de las canciones de rock del principio. Primero el “Move On Up” de Curtis Mayfield y luego el más reposado “Inner City Blues” de Marvin Gaye en el que las congas van marcando ese paso trotón de la canción.
Llega la new wave y cansados del sesudo rock setentero algunos grupos buscan alejarse estética y musicalmente todo lo que pueden, aportando frescura y nuevas sonoridades más rítmicas. Probablemente eso también incluía alejarse de las casi monopolísticas formaciones a base de guitarra, bajo, batería. En esa línea aparecen por aquí dos grupos que se lo montaban como nadie para que sus conciertos y actuaciones fuesen divertidas y que mira por donde, añadían congas y bongos de forma más o menos habitual: Talking Heads y B-52’s. No es casualidad. En el caso de los segundos, es la propia Cindy Wilson la que los “aporrea” de forma frenética en el “Party Out Of Bounds”.
Si hay un subgénero del rock & roll dentro del cual uno no se imagina mucho estos instrumentos es el hard rock. Y si hay un grupo que no nos imaginamos prescindiendo de la batería son Black Sabbath, pero sorpresas te la de vida y la única percusión que suena en el este “Planet Caravan” parecen unos bongos. También suenan en la primera parte de “Better Living Through Chemistry” de los Queen of the Stone Age, aunque luego desaparecen cuando entran las guitarras distorsionadas y la batería. Casi mejor, les reservamos su momento de protagonismo y luego los quitamos en vez que quedar sumergidos e inaudibles en la tormenta sonora.
En el rock sureño americano siempre ha habido filtraciones latinas por proximidad geográfica y por la inmigración mexicana. Así que parece lógico que la presencia de bongos y congas haya sido más habitual que en otros subgéneros del rock. Lo demostramos con una banda más clásica como los Grateful Dead y con otra más contemporánea y que vuelve a los escenarios próximamente, The Black Crowes. Más acústicos los primeros y más eléctricos los segundos.
Queremos terminar con una de las bandas nacionales que más nos ha gustado y sorprendido en los últimos meses: los almerienses Compro Oro. Muy en la estela sonora de los Talking Heads, en ese camino en el que andan algunos grupos de buscarle nuevas sonoridades al rock para hacerlo menos previsible y monótono, meten en su formación base tanto la batería como las congas con unos aires rumberos que acaban dando como resultado una mezcla insospechada y sorprendente.
Jose Luis Santiago.