Jose Garzón
Que me cunda el pánico y la tormenta
arrecie en la tarde que es leer y follar
y el pecho hecho jirones, la brecha
donde escondía las palabras y el viento,
la sangre manando a borbotones
y arcilla sus caderas en las que verter
lágrimas o petróleo, el vestidor donde
guardaba los disfraces de quien no era,
en su boca mi nombre cuando temblaba,
un acorde menor y todas las noches para
acariciar cicatrices, mío el tiempo que le sobra;
si éramos algo, usted y yo, si éramos algo
parecido al mar, a una sonrisa o viajar al sur.