1.- Amarás a Pata Negra, Lole y Manuel y Triana como a ti mismo. Si son referentes demasiado viejunos para ti, siempre puedes tirar de los dos primeros discos de Rosalía no sea que te vayan a acusar de pureta.
2.- Respetarás la tradición (o al menos dirás públicamente que lo haces). Tranquilo, no hace falta que te hayas estudiado todos los cantes de Antonio Mairena, con nombrar a Morente y a Camarón ya se quedan contentos en las entrevistas. Para rematar búscate también un nombre un poco menos evidente que te sitúe en una posición de no advenedizo ante los más “entendidos”, para esto La Kaíta es un valor seguro porque aporta una dosis extra de carácter y cubres la cuota de género.
3.- Aguantarás estoicamente el azote de puristas, flamencólicos y gente a la que le gusta menos la evolución que a Mayor Oreja. Te van a dar, y lo sabes. Que si esto no es flamenco, que si apropiación cultural, que si experimentos sin fundamento, que si no sabes cantar o tocar…Qué le vamos a hacer, si querías un público menos crítico, haberte dedicado al indie.
4.- Nunca reniegues del poder de unas buenas bases electrónicas. Lo del flamenco y el rock déjaselo a los Derby y algunos otros que andan por ahí. Ahora lo que se lleva es pillarse a un DJ que te haga unas bases y así te ahorras palmeros, cajón flamenco y si me apuras, hasta el guitarrista. Además te aseguras al 100% que nadie pueda perder el compás (excepto tú, claro).
5.- Tu estilismo se moverá entre «Operación Camarón», «Entrevista con el vampiro» y «Papá Piquillo». Rayas rapadas en pelo y cejas, más oro encima que una sacristía, camiseta imperio como tu abuelo, pañuelos al cuello, camisas con chorreras y/o lunares… Cualquier cosa vale para que la gente se fije lo menos posible en tus letras de baratillo.
6.- No importará mucho si cantas menos que que Antonio Orozco metido dentro de un balde. Tú asegúrate de meter los suficientes «ay», «oum», requiebros, quejíos, etc. y el autotune hará el resto del trabajo. Luego dices que estás estableciendo puentes entre la tradición y el futuro y cuando menos lo esperes estarás sentado frente a Broncano en prime time, o en una anuncio de Cruzcampo.
7.- Acompañarás tu propuesta en directo con la versión 3.0 de un cuadro flamenco. Palmeros en chándal, DJs con peineta, bailaores con rastas, módulos de samplers por cajones, sintes por guitarras y hasta un barbudo montado en un triciclo lanzando proclamas con un turbante y envuelto en la bandera de Andalucía, todo vale.
8. No temerás explorar los límites del flamenco puro. Si eres un flamenco con pedigree siempre puedes probar cosas nuevas buscándote un músico de otro estilo con el que quieras colaborar. Eso sí, prepárate porque el nivel de vapuleo no es el mismo cuando te ven como intruso que cuando te consideran un traidor (véase el 3º mandamiento).
9. Te arrepentirás de tus blasfemias de juventud. No importa las veces que hayas jurado en arameo cuando tus padres o abuelos ponían en casa las cintas de Porrina de Badajoz, Manzanita o cuando sintonizaban Radiolé en la radio del coche. Además el rollo proustiano de la conexión emocional con tus progenitores y tu infancia queda muy bien en las entrevistas. Todos tenemos derecho a reconocer nuestros errores. Arrepentidos los quiere José Monge Cruz, que los acogerá con los brazos abiertos en su regazo mientras Paco toca “Entre dos aguas”.
10.- Samplearás cornetas y clarines con devoción. ¡Capirotes fuera! El último de los complejos ha sido derribado, reivindiquemos la música de Semana Santa. Del mismo modo que durante décadas los flamencos cantaron saetas, tú puedes participar también del fervor y la devoción. No te preocupes si no eres creyente, a nadie le interesa siquiera si has pisado alguna iglesia o procesión en tu vida. En un giro insospechado del devenir musical y con eso de la recuperación del folclore, trompetas y tambores ahora también son cosa de modernos. ¡Cofrades, a la calle!